Los años 40 en el Ballet del Teatro Colón

La influencia de Margarita Wallmann y el Ballet del Coronel de Basil

(Por Valeria N. Bula)

Durante la segunda guerra mundial muchos fueron los artistas y bailarines que se refugiaron en la Argentina tras escapar de la guerra, tales fueron los casos de los grandes artistas y talentos como Margarita Wallmann (nacida en Berlín de la Wiener Staatsoper), Otto Werberg (Austria), Louis Le Bercher (Francia) Francisco Pinter (Hungria) y la radicación en el país de la Compañía del Coronel de Basil en 1943 que se fundió con la del Ballet Estable del Teatro Colón sirviéndoles de Teatro acogedor. La influencia femenina por estos años con creaciones y coreografías fueron muchas y pionera en el mundo ya que por aquellos años no había tanta representación femenina en el arte coreográfico, además de Wallmann, Mercedes Quintana fue una de las pioneras y gran coreógrafa que sirvieron al acervo artístico del Teatro Colón y del país, o la inglesa Esmée Bulnes que se radicara en Argentina por aquellos años siendo formadora de las futuras generaciones de artistas argentinos, entre sus alumnas se encontraba la Prima Ballerina, Olga Ferri.

Este intercambio entre bailarines resultó ser muy rico para los bailarines locales porque se foguearon y pudieron compartir y medirse y aprender de primera mano de grandes estrellas de prestigio, así Lubov Chernicheva, Tamara Grigorieva (mas tarde integrante coreógrafa directora y maestra del Ballet Estable), Nana Gollner, Tatiana Stepanova, Nina Stroganova, Genevieve Moulin, Tatiana Leskova, Oleg Tupin, Roman Jasinsky y Vladimir Dokoudovsky entre otros. Así el público argentino pudo disfrutar los estrenos de Francesca da Rimini de David Lichine, Paganini, Los presagios, Sinfonía Fantástica Choreartium, Baile de Graduados, El hijo pródigo, Las mujeres de buen humor y el segundo acto de El lago de los Cisnes según la visión de Lev Ivanonv.

De izquierda a derecha, Margarita Wallmann foto de Italfoto, Mercedes Quintana, foto de Annemarie Heinrich y Esmée Bulnes, foto de Wollenski.

A pesar de la partida de la compañía del General Basil tras pasar un año en el país, varios de sus bailarines decidieron quedarse en Argentina haciendo escuela en nuestro país y siendo Maestros de las futuras generaciones, estos bailarines fueron: Wladislav Lesnievsky, Vladimir Irman, Narcisse Matouchak, Tamara Gregorieva, Wasil Tupin y Leonid Andreiev, hijo del famoso escritor ruso. La presencia de estos grandes artistas influyó positivamente en el crecimiento en número y calidad artística de los artistas locales, desarrollándose en conocimiento y técnica.

Durante los años cuarenta hubo gran cantidad de creación artística de talante folclórico local así como español y la influencia de estos grandes artistas que se radicaron en el país e incorporaciones de talentos de gran valor al Ballet Estable fue notable: Margarita Wallmann, directora del Ballet del Colón desde 1937 a 1949, realizó importantes creaciones coreográficas e implementaciones para el Ballet Estable, compuso Panambí con texto de Félix Enrico, música de Alberto Ginastera y escenografía y vestuario de Héctor Basaldúa o el Ballet Chasca Ñahui con música de Ángel Lasala con escenografía y vestuario de Raúl Soldi. Se llamó también a Angelita Velez, personalidad del folclore local.

Además, en 1941-1942 el Ballet Estable contó con el montaje de Georges Balanchine, quien se quedara en el país por varios meses a trabajar con la compañía para quien creó el Concerto de Mozart, Concierto n 5 para violín y orquesta y Apolo con escenografía original y vestuario de Pavel Chelichev.

Tamara Grigoierva

En la foto: Tamara Gregorieva, foto de Annemarie Heinrich

Wallmann se valió de los talentos locales en diversas artes para crear un todo valioso artístico para el Colón, invitó a  Eduardo Mallea que creó el poema Georgia representándolo en coreografía con música de José María Castro, a Carlos Gustavino que musicalizó “Fue una Vez…”. Dentro de los nuevos talentos a los que le dio lugar la directora estuvieron los bailarines Arturo Pikieris y Michel Borovski, que luego sería director del ballet y coreógrafo, creador del ballet “Estancia”, con música de Ginastera.

Estos fueron los años que se formaron los jovencitos de gran talento que se nutrieron de una gran técnica y disciplina de todas esas nuevas incorporaciones e influencias de grandes artistas que vinieron al país, Esmée Bulnes, discípula de Enrico Cecchetti en Londres, fue Maestra de toda una nueva generación de artistas argentinos tales como Olga Ferri, Beatriz Moscheni, Margaret Graham o Ilse Wiedmann por nombrar algunos, Bulnes fusionaba la técnica Cecchetti con los lineamientos de la escuela rusa de Agrippina Vaganova.

Miss Bulnes enseñaba con gran rigor y autoridad en la Escuela de Danza del Teatro Colón y en su propia Academia. Entre sus alumnas estuvieron Olga Ferri. Además de Bulnes, Ruanova, Quintana, Castillo, Michel Borovski, Gloria Bohuslava Kazda o Aida Mastrazzi, grandes bailarines de la casa, fueron los Maestros y quienes dejaron huella de excelencia en la futura generación de artistas. Entre los artistas que se destacaron en la época figuran en los programas: Esmeralda Agoglia, Irina Borovska, Adela Adamova, Victor Ferrari, Jorge Tomin, Enrique Lommi, Maria Delia Garcia, Victor Moreno, Ada Kristel, Estela Deporte y Angel Eleta.

Margarita Wallmann. Foto de Piccagliani en el Teatro alla Scala di Milano.

En la época había pocas creadoras femeninas y una de las pioneras a nivel mundial fue Mercedes Quintana que hacia 1945 puso en escena: El Juglar, basado en La Vierge a Midi de Paul Claudel, con música de Johann Sebastian Bach y la Sinfonía clásica de Prokofiev. Más tarde en 1963 montó Blancanieves con música de Luis Gianneo, escenografía y vestuario de Roberto Oswald, y entre sus intérpretes figuraban Esmeralda Agoglia como la hechicera, Norma Fontenla como Blancanieves, Margarita Fernandez, Nancy Lopez y Beatriz Moscheni como las Doncellas, José Neglia como el Príncipe y Gustavo Mollajoli y Rodolfo Fontán como los Príncipes Amigos.

Por años continuaron las reposiciones del repertorio original del Ballet Estable de la Compañía de Diaghilev así en los programas de los cuarenta se encuentran representaciones de Scheherazade, Danzas polovtsianas del Príncipe Igor, El espectro de la Rosa, Las Sílfides, el segundo acto de El lago de los Cisne de Ivanov, según la versión montada por el Original Ballet Russe del Coronel de Basil antes de representarse la versión completa de Jack Carter de 1963. Además se presentó Proteo de David Lichine, La creación, Bolero de Aurell Millos, Orfeo, Escenas burlescas Napolitanas, Capricho Español, Episodios de la vida de una artista, Rojo y Negro, Gaiete Parisienne de Leonide Massine que enriquecieron al repertorio del ballet local.

También hubo por estos años grandes aportes y enriquecimiento para Giselle de Adam- Coralli- Perrot con diversas versiones: se bailó la de Romanov, pero también hubo creación para Giselle de Esmée Bulnes, otra versión de Alicia Alonso, o la revisión de Pierre Lacotte realizada por Gustavo Mollajoli.

Aquí a continuación un vidéo homenaje, el número 6, de la Galería de Celebridades: Mercedes Quintana, Michel Borowsky, Margarita Wallmann realizado por el CIAD

Bibliografía y fotos: “Memoria y presente del Ballet del Teatro Colón 1925-2005”, Buenos Aires, 2005.

Fotos de izquierda a derecha: Angel Eleta y Nélida Cendra, 1941 en la Bella Durmiente del Bosque de Margarita Wallmann; Wasil Tupin; Jorge TomiN en 1950 foto de Annemarie Heinrich; Michel Borovski en Mekhano de Paul Petroff, foto de Sudak, Teatro Colón; David Lichine en 1940; Enrique Lommi por Canudas, Teatro Colón, 1960; Léonide Massine en 1940; Tamara Tumánova en 1950 por Annemarie Heinrich; María Ruanova y Léonide Massine en El Sombrero de Tres Picos de Massine en 1953.

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