Reseña de Cenicienta de Stevenson en el Teatro Colón.

Brillo, magia y gran despliegue artístico del ballet con acento de excelencia.

(Por Valeria N. Bula)

“Lo principal que quería transmitir en la música de Cenicienta era el amor poético entre Cenicienta y el Príncipe: el inicio y el florecimiento de esa emoción, los obstáculos en su camino, la realización de un sueño. Un aspecto importante en mi trabajo sobre Cenicienta fue estudiar la naturaleza de los cuentos de hadas, ello me enfrentó como compositor con una serie de problemas interesantes: el misterio de la hada abuela, la fantasía de los doce enanos, la rápida alternancia de los países del mundo visitados por el Príncipe en busca de Cenicienta, y el aliento vívido y poético de la naturaleza en las figuras de las cuatro hadas de las estaciones del año. Los autores del ballet querían que ver al espectador vivir, sentir y experimentar a las personas en este escenario de cuento de hadas”. (de las notas y descripciones sobre su composición de Cenicienta de Sergéi Prokofiev (1891-1953).

El ballet del Teatro Colón, dirigido por Paloma Herrera y la orquesta estable, conducida por el director invitado Jesús Medina, presentaron Cenicienta en el Teatro Colón del 19 al 26 de octubre. El ballet nuevamente hizo gala de su excelencia técnica y artística y se lucieron al son de la música creada hacia 1945 por Sergéi Prokófiev para el Teatro Bolshoi de Moscú. La coreografía es del inglés Ben Stevenson presentada por primera vez en Estados Unidos en 1970, quien se apoyó en el repositor Dominic Walsh para trabajar con los bailarines in situ para su puesta en escena. Stevenson vino a Buenos Aires unos días antes para dar los últimos detalles técnicos y estar presente el día del estreno.

El coreógrafo inglés se inspiró en el cuento de Charles Perrault de 1697 y decidió tomar algunas notas de los virtuosos coreógrafos Marius Petipa, Lev Ivánov y Enrico Cecchetti, en su versión para el Kirov de San Petersburgo de 1893 (pero esta vez con música de Prokofiev y no con la de Boris Fitinhof – Schell como en el caso de estos coreógrafos).

En este sentido vemos un ballet clásico estructurado en tres actos muy a lo Petipa. Los elementos que Stevenson toma de este coreógrafo son los condimentos mágicos y fantasías tales como las libélulas de colores, las hadas de las estaciones y un palacio con príncipes y princesas, vals, pas de deux y las gracias de un bufón muy pícaro, además de una dulce y etérea criatura que lucha por su libertad y que solo el amor la salva, la lucha del bien contra el mal, y por las fuerzas de todas las gracias del bien concluye en el triunfo de este último para el alivio de todos los espectadores.

Así en el primer acto se ve a una niña, Cenicienta, en su casa limpiando, maltratada por su madrastra (Natalia Saraceno en el papel con una actuación impecable, altiva y desconsoladora) y hermanastras, pero enseguida vemos una danza de libélulas y hadas, comandadas por un hada mayor, en este caso el hada madrina, bailada por Noemí Szleszynbski. Un segundo acto adonde Cenicienta va al baile de Palacio y se vislumbra al ballet que danza al son del vals vibrante y cadente cargado de drama en su música; el príncipe está presente cuando de repente como en una visión ve a su amada, Cenicienta llega al baile. Ambos bailan en pas de deux. Y un tercer acto adonde el príncipe se encuentra en plena búsqueda de su amor, en este caso de Cenicienta.

 

Ese aliento vivido y poético de la naturaleza al que se refiere Prokofiev en sus notas que hiciera acerca de su composición para Cenicienta y cuyo extracto lo podemos leer más arriba, fue espléndidamente bailado como las hadas de las estaciones por cuatro solistas del Teatro: Camila Bocca como el hada otoño, Ludmila Galaverna, invierno, Georgina Giovannoni, verano y Emilia Peredo Aguirre, primavera. Las cuatro bailarinas trasmitieron gracia, encanto y magia que atrapó hasta aquel sentado en la última butaca en la ubicación Paraíso del Colón.

También se destacó, Jiva Velázquez, una vez más, en un rol perfecto para él, como el bufón de Palacio, porque puede hacer gala de sus dotes, giros y grandes saltos, como ese salto en perfecto second del primer acto.

Foto de @teatrocolon | PH: Máximo Parpagnoli

 

En esta oportunidad los roles principales fueron interpretados por una soberbia Dorothée Gilbert, con su sello inconfundible de la técnica y la expresividad etérea de la Ópera de París y Marcelo Gomes, ex principal dancer del American Ballet Theater (ABT), con una presencia en escena elegante y avasallante, muy en su physique du rol de un príncipe que brilla con cada pantomima, muy al estilo neoyorquino y grandes saltos, impecable técnica concentradamente bailada.

Ambos bailarines valoraron que la directora del ballet, Herrera, ya hubiera hecho esta Cenicienta de Stevenson, cuando fuera principal dancer del ABT. Gomes incluso lo había bailado con ella siendo su partenaire en esa compañía y expresa: “es algo que nunca olvidaré, ahora volver con ella como directora es muy especial, y emocionante. Fue un placer tenerla a ella ahí, dándonos su conocimiento sobre todo lo que ha aprendido a lo largo de su vida”. Y manifiesta su emoción de bailar en el primer Coliseo austral: “Pienso que todo artista una vez en su vida debería bailar en este teatro. Es uno de los escenarios más importantes y uno percibe esa evolución en el aire, en la atmósfera, uno lo siente también en la compañía”.

Las hermanastras son un caso aparte porque en la versión del coreógrafo inglés, son cómicas y caracterizadas por hombres. Como hermana mayor bailó Paulo Marcilio y la menor, Julián Galván, haciendo las delicias del público por lo torpe y desopilantes en sus movimientos y ocurrencias.

Este ballet inspirado en los cuentos de Perrault es divertido, por sus condimentos grotescos de estas hermanastras y a la vez conserva la nota mágica propia de un cuento de hadas, los niños en el teatro, encantados y los adultos, también, disfrutando y siguiendo la técnica y el trabajo detallado de los artistas.

Foto de @teatrocolon | PH: Arnaldo Colombaroli

 

Además de los bailarines invitados que se presentaron los días 20 de octubre, (día en el que se inspira esta reseña) y 22 mientras que los otros repartos estaban encargados a los bailarines de la casa, el 19, 25 y 26 de octubre bailaron Macarena Giménez como Cenicienta y Maximiliano Iglesias como el príncipe. Mientras que el 23 y 24 de octubre la obra tuvo como sus intérpretes principales a Nadia Myzyca, Camila Bocca, Juan Pablo Ledo y Facundo Luqui respectivamente.

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